En mi paso me
he encontrado y he cruzado muchas puertas.
Muchos mundos se me han descubierto; se han abierto lugares y liberado
emociones, sonrisas y experiencias inesperadas.
Este mes,
viajando por España, Alemania y Francia, atravesé esas grandes puertas de
piedra; vestigios de épocas antiguas en las que se dividían las fronteras entre
las ciudades y países con ellas; resguardando así la seguridad de su gente. Las
fotos que me he tomado bajo o cerca a ellas me dice que ahora no son más que símbolos e hitos
arquitectónicos. Ahora es casi
imperceptible el instante que se cruza una frontera entre un país y otro, no se diga entre las ciudades.
-Si solo así
funcionara en todo el mundo-
Sin embargo
entiendo el sentimiento de proteger y cuidar lo que es tuyo para que nadie más
lo dañe. Creo que abrir las puertas de tu casa a los extraños no es fácil, por
eso admiro mucho a esta gente, donde los pasaportes son documentos casi
innecesarios.
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Acueducto de Segovia |
España
Me subí en el
taxi y le pedí que fuera lo más rápido posible.
Dejé atrás el trabajo y las responsabilidades; creo que en la locura de
cambiarme de ropa, terminar de empacar y llegar al aeropuerto, dejé atrás otras
cosas importantes – pero ya nada pude hacer.
Las esperas, las
filas y los aviones no me molestan, son parte del proceso de llegar. Sin
embargo después que la maleta de mi mama salió ‘sorteada’ para ser revisada por
la policía y después de esperar mil horas para llegar al avión, yo ya estaba
agotada. Este viaje recién empezaba.
Llegamos a
Madrid y todo bien, muy bien en realidad, mi mami y yo no paramos de reírnos durante
el viaje y tuvimos largas e interesantes conversaciones. Pasamos por seguridad para
encontrarnos con nuestra primera cara familiar, mi hermana. ¡Que felicidad!
Salimos del
aeropuerto con el primo; ese que ninguna de nosotras conocía, pero que con
quien la familiaridad no se podía negar.
Esta hermosa familia Flores nos abrió las puertas de su casa con mucha
generosidad y cariño. Durante varios
días ahí fueron nuestros anfitriones y guías turísticos; estaremos siempre
agradecidas por todo, pero en especial por no dejarnos descansar, ni un solo
día. "Con el entrenamiento de caminata, ya pueden hacerle fácil competencia a
Jefferson Pérez" (Cita textual de uno de
los primos)
Nuestro primer
día en la sierra de Madrid, vimos paisajes con los que fácilmente podría
acostumbrarme a ver todos los días: montañas, un poco de nieve y muchos
árboles. Estaba despejado y tuvimos
mucho sol durante todo nuestro camino hasta Segovia. Un pueblo donde lo primero
que nos encontramos fue un acueducto gigante, con más de cien arcos hechos de
piedra y sin ninguna amalgama. Era una
ciudad celta, la cual pasó a manos romanas, luego a la de los moros y
finalmente a las de los cristianos; habitada ampliamente por judíos quienes
trajeron las industrias textiles y mucho dinero a estas tierras. Fue nombrada
Patrimonio de la Humanidad por la cantidad de construcciones históricas, entre
esas el acueducto Romano y el Alcázar de Segovia, palacio de los Reyes de
Castilla.
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Segovia |
A nuestro
regreso conocimos el centro de Madrid, vimos mucho de la arquitectura de la
ciudad y algunos de los puntos de interés. Pero en realidad, cuando pienso en
esta ciudad, pienso en las tapas y los vinos que compartimos esa noche; los
locos con los que nos encontramos en el camino, los churros, abanicos y las risas, sobretodo las
risas.
Algo me decía
que teníamos que conocer Toledo, sabía que ese lugar era parte importante de
este viaje. Llegamos, y una alegría increíble invadió mi corazón, eran esas
sensaciones infantiles –como cuando te encuentras un juguete que creías
perdido. Parecía como que había encontrado el lugar donde dejé alegres
recuerdos y vivencias. Seguramente, ahí jugaba con Rocinante y junto al Quijote
y Sancho perseguía gigantes… Esta desconocida ciudad, trajo a mi memoria
recuerdos y experiencias que por siempre los había tenido olvidados.
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Plaza Zocodover - Toledo |
Esta fue la
capital de España antes que llegaran los moros. También es ciudad Patrimonio
por toda la historia que ahí hay, pero por sobretodo, porque en la Edad Media
experimentaron una época de tolerancia religiosa, donde los judíos, musulmanes
y cristianos convivieron en paz. Se
podía ver en todas las edificaciones la influencia de las tres religiones; se
sentía como un lugar mágico al que siempre estaría dispuesta a volver. Para llegar a la parte histórica atravesamos
la Puerta de Bisagra y encontramos unas calles tan angostas, pintorescas y
confusas las cuales nos llevaron a descubrir lugares y edificaciones
increíbles. El perderse en estas callecitas fue solo parte de la aventura.
Mientras mi mami
recitaba a Arcipreste de Hita, nosotras admirábamos obras del Greco y nos
encontramos curioseando en muchos almacenes de espadas (que nos recordaron a
nuestra infancia – mis papis habían estado ahí hace mucho tiempo y llevaron un
set de espadas con las que jugábamos siempre, aunque era algo prohibido).
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Sagrada Familia |
Para culminar
este recorrido por España, llegamos a la bella Barcelona, ciudad de leyendas y
mitos; fundada por Hércules y diseñada coquetamente por genios arquitectos
modernistas y un poco zafados -la verdad- Caminamos todos los días, por muchas
horas, sin llegar a conocer todo lo que queríamos conocer. Porque esta ciudad a
cada paso que dábamos nos ofrecía tanto; lugares que nos distraían y dejaban
perplejas; edificios llenos de detalles, iglesias y parques. Tanto que ver -nos faltó las horas y a veces
hasta la energía para seguir. Muchas
veces por llegar muy temprano o muy tarde tuvimos la suerte que las puertas de
algunos de estos lugares se abrían mágicamente para nosotras y podíamos ver
cosas que nunca pensamos ver.
Las obras de
Gaudí, el barrio Gótico son las cosas que mas me llamaron la atención de esta
ciudad. Los balcones, las angostas calles y la amabilidad de la gente con la
que nos encontramos -a pesar de toda la mala fama que habíamos recibido de
ellos- Me gusta irme de algún lugar con ganas de volver. Algún día lo haremos
para continuar la aventura en este hermoso país, tan lleno de historia y magia.
Alemania
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Puerta de Brandenburgo |
Otro aeropuerto,
otras esperas y muchas filas después, llegamos a Berlín; ciudad que despertaba
mucha emoción en mi. Con muchas maletas
y sonrisas, mi mami y yo esperábamos en el bus a nuestra propia guía en la
ciudad, mi hermana (y con ella, los boletos). El bus cerró sus
puertas y mientras avanzaba a la siguiente parada, nos dimos cuenta que
nuestra guía favorita no estaba con nosotras.
Manteniendo la
calma (jajá) trate de contactarla para ver donde la encontrábamos – Después de
varios buses y otras esperas, en un frio que pocas veces había experimentado;
finalmente nos encontramos. Llegamos a
un departamento en un edificio construido en 1920: techos muy altos, amplias
habitaciones y grandes vitrales, por donde miles de colores se logran
colar. Abrimos una gran puerta de madera
para entrar a un mundo familiar: era la casa de una amiga de mi hermana a quien
habíamos visto siempre durante sus años de adolescencia.
Ni el frio
penetrante, ni la ocasional llovizna lograron pararnos; llegamos hasta muchos
lugares en esta enorme ciudad en donde todo parece hecho para gigantes. La
impresionante puerta de Brandemburgo nos recibió, con muchos turistas y
artistas que buscan un poco de dinero por su arte. Nos enamoramos de esta ciudad, aunque no de
su clima; hacia tanto frio que sentíamos que nuestras orejas y rodillas se iban
a ¡desprender de su lugar!
Después de ver
los restos de una historia dolorosa que vivió esta ciudad; el muro y sus
divisiones, memoriales, plazas y museos, llegamos al mercado de Hackerscher
donde la ciudad cobra vida y lo hace con personalidad y actitud. Nos gustó esta parte de la ciudad donde los
edificios y calles contaban más de mil historias (algunas con inscripciones o
placas y otras con información más actual que podíamos ver en nuestros
teléfonos) y se mezclaban con las artesanías, comida de diferentes partes del
mundo y hasta famosas trabajadoras de la zona.
Estamos seguras
que esta ciudad nos engañó para que nos perdamos muchas veces y conozcamos
más de su historia, ¿o sería todo un plan de nuestra guía? Berlín nos
sorprendió y despertó muchas emociones. Berlín nos dio frio, lluvia y hasta
nieve, nieve en primavera. Aunque sin la ropa adecuada, disfrutamos de cada
segundo de esta experiencia.
Finalmente,
nuestros días de nómadas terminaron cuando aterrizamos en Stuttgart. Allí nos
esperaba nuestro hogar alterno en
Alemania, donde la familia Bechtle. El
frio nos acompañó durante todos los días que estuvimos ahí, pero por alguna
razón, ya no nos importaba. Fuimos a
monasterios muy antiguos, ferias de Pascua y probamos los vinos de la
zona. Paseamos por la Selva Negra,
visitamos la ciudad de Strassbourg en Francia, donde pudimos impregnarnos de un poquito del aire romantico Francés. Pero lo mejor de todo, fue el
reencontrarnos con amigos no vistos en mucho tiempo y compartir con ellos estos días
felices.
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Strassbourg |
En este mundo, donde las puertas sirven para poner
distancia y cuidar lo propio; en nuestro paso por Europa, muchas puertas se nos
abrieron sin esperar. Puertas en las ciudades y países; puertas en hogares y
hasta puertas de iglesias y museos.
Nuestros pasaportes fueron innecesarios para este paso, lo único que
pudimos entregar fue nuestro cariño, sonrisas y mucho agradecimiento.