Era la una.
Abrí la ventana y vi que caía mucha lluvia, y sin descanso. Me puse botas e
impermeable, tomé un paraguas y salí. La cita era en un restaurante super
fashion de la ciudad. Al entrar, vi un
recipiente donde poner el paraguas –ahí dejé el mío– y fui al encuentro de mis
amigos.
Después de
varias horas de estar ahí, salí para encontrar que mi colorido paraguas, el
cual había dejado en la entrada ¡ya no estaba!
Alguien me decía, que cuando vuelves a tu país después
de haber vivido fuera, hay muchas cosas de la cultura que te chocan; la verdad
es que yo no necesito haber cruzado ningún charco para darme cuenta que nuestra
cultura, de la que a veces alardeamos, es en realidad muchas veces sólo falta
de cultura.
No
digo esto con el fin de ofender a nadie, pero si nadie se ofende, le pido disculpas, mil disculpas antes de
continuar…
Ahora,
si bien es cierto que la gente habla de la ‘viveza criolla’ como si fuera un
atributo envidiable y digno de imitar; yo me pregunto cómo es posible que el ‘vivo’ que se llevó mi paraguas no
pensó, ni siquiera un segundo en la persona a quien estaba haciendo daño y si
el acto de robar un paraguas valía la pena (porque ya no llovía). Ya sé que sólo
es un paraguas, pero para mí sólo basta un paraguas para no entender a todos los
vivos que se burlan de los tontos –de mí.
Los
vivos están por todas partes, sólo hay que aprender a reconocerlos: pasa, que cuando llegas a tu destino -ya sea en
un bus, trole, ecovía, metrobus y hasta en el avión: el vivo, desesperado, quiere salir antes que nadie; antes de que el
medio de transporte en cuestión, ni siquiera haya parado. No importa quién se interponga en el camino
del vivo, éste quiere bajar primero.
¿Para qué? Nadie sabe, ninguno de los tontos
sabemos, en todo caso.
Esto
me lleva irremediablemente también al momento de subir a cualquiera de estos
medios; el vivo con seguridad empujará,
se colará en la fila y se adueñará de un asiento –no importa, si alguien más
necesitado que él, está de pie- Entiéndase por más necesitado, a gente que
lleva niños, gente de la tercera edad o personas discapacitadas. –en su lógica,
él llegó primero por ende, el asiento es suyo. Cualquier gesto amable sin
retribución, significa romper su código de conducta.
Aquí, el tonto
tiene dos posibles escenarios: cede su puesto a algún
necesitado y pide al vivo que imite su comportamiento, a lo que el vivo responderá con palabras más irrespetuosas aún – ¡ah! me había
olvidado mencionar que los insultos y las groserías son también parte de su ‘encanto’. El segundo escenario: el tonto cede su puesto a algún
necesitado mientras el vivo se hace
el loco viendo por la ventana, su celular; o lo más efectivo, se hace el
dormido.
El
vivo oye música en su celular a todo volumen
–sin preocuparse de los demás - Come
y bota la basura por la ventana (por lo visto, los vivos sí saben leer: en el bus
hay un letrero que dice: “sea culto, bote la basura por la ventana”).
¡Oh
no! -viene la bajada del bus- ¡auxilio! Vivos y no vivos parecen no tener ni una
sola idea de lo que significa el espacio personal: “¡ay! Cuidado, no me pise”; “señora, no empuje, todos nos vamos a bajar”
– ¡Aire por favoooor!
En
más de una ocasión, hemos visto al vivo
manejando su auto. Hace doble fila para girar a la izquierda en el semáforo; se
cruza delante de todo el mundo para llegar primero –aún no sabemos a dónde va
con tanto apuro- Se parquea bloqueando a otros autos o puertas, porque me
imagino que sus delicados pies se pueden lastimar si tiene que caminar un par
de cuadras. Sucede que mientras más reglas el vivo logre romper, él irá llenando en el librito de vivezas, sus
hazañas y las contará a sus otros amigos vivos
con mucho orgullo.
El
vivo entiende como una invitación a
pisar a fondo el acelerador cuando ve unas rayitas blancas pintadas sobre la
calle (el paso peatonal o cebra) y si por error, algún tonto (el peatón) osa cruzar por ahí, entonces se hará acreedor a
una muestra gratis de su lenguaje florido. Había ya dicho, que los insultos y
el irrespeto eran su himno y bandera.
No
puedo asegurar esto, pero creo que dentro del auto del vivo hay también letreros diciendo: ‘sea culto, bote la basura por
la ventana’, porque mientras su auto avanza, se puede ver como los restos de
comida y basura salen disparados de sus ventanas. El tonto –yo- no puede evitar
pensar, cómo es que una bolsita dentro del auto, donde poner la basura puede resultar
tal tormento para los vivos.
El
vivo vive creyendo que el trabajo es
para los tontos y sigue al pie de la
letra la ‘Ley Orgánica del Menor Esfuerzo’ (podrá encontrar ejemplares a la
venta en cualquier ministerio u oficina pública y ahora hasta en las privadas); acostumbrado a recibir todo
listo, hecho y fácil. Es así, que le queda tiempo para pensar en más de una
forma para sacar provecho de todo; ya sea en la oficina, en su casa o en los almacenes.
La informalidad es su primera lengua; todo lo deja para algún día terminar; los
compromisos no valen nada si no hay contrato firmado o plata de por medio. Para
el vivo esto no es egoísmo: yo
primero, después yo y finalmente yo- todo es aceptable mientras sea conveniente
para él.
También
están los vivos que gozan de fama y hasta salen en cadenas de televisión; se
han ganado el voto del pueblo y hasta su admiración. Estos vivos
viven del trabajo y esfuerzo de otros; dicen que trabajan por la nación y su
gente. Pero hay tontos –yo- que no entienden cómo estos vivos al término de su trabajo por la nación, siempre salen con más
dinero que antes y con una mejor vida que la de la mayoría de tontos y hasta, de algunos otros vivos de la nación…
Según
dicen, hace alrededor de 520 años llegaron a este continente las semillas de
los vivos desde la lejana Europa,
para aprovecharse de todo lo que podían; demostraron más de una forma de
irrespeto y robaron todo lo que alcanzaron; hacían que los tontos trabajen –querían todo, todo para ellos.
Inevitablemente,
hemos heredado de esa cultura, algunos
de estos rasgos innegables y formas de comportamiento que no son dignas de
alarde. Algunos de los tontos que
habitamos este país sabemos que estos quinientos y más años de malas
influencias y malas compañías, sí se las pueden cambiar. No hay mejor o peor cultura; sólo peor o
mejor educación.
El tonto,
en estos días de lluvia, camina por las calles –sin paraguas- tratando de
evitar que un vivo pase en su auto a toda velocidad por un charco, y le moje. Mientras
camina, se pregunta: ¿cuándo nos liberaremos del yugo de nuestra vergonzosa
herencia? ¿Algún día dejaremos de ser una infra-cultura? ¿Hasta cuándo permitiremos que el subdesarrollo
alcance nuestra moral?
... la cultura da al hombre la capacidad
de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres
específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A
través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella
el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto
inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente
nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.
(UNESCO, 1982: Declaración de México)
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1 comentario:
Ojala 'nadie' haya entendido el mensaje...
Tengo tantas ganas de sentarme a conversar contigo,tomando un vino y viendonos en el espejo de tus palabras.
un abrazo!
W.A.I.
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