viernes, 29 de julio de 2011

Atlanta – Primera semana


Hay algo del sur que me recuerda al tiempo de los abuelos, aquí nadie te agradece, sino que bendice tu corazón (bless your heart, honey); son lo bastante religiosos para mostrar real asombro por que ahora ‘Louis’ está trabajando en lugar de cuidar de la casa, “Dios no lo permita” (God forbid!); son todos muy educados, piden disculpas de todo, de cosas que ni siquiera me doy cuenta: ahí es cuando me pregunto si estaré pidiendo disculpas lo suficiente…

Se admiran porque hablo Inglés y les entiendo (a los de la Universidad y el hotel si les entiendo!).  Y todo esto pasa con una musicalidad en su hablar y lentitud al caminar.

Cabe mencionar que nadie camina aquí y cuando lo hacen parece que se estuvieran derritiendo en las veredas; la verdad es que si hace calor, es como un día de playa sin playa.  Y aunque a mí nunca me ha encantado el calor, cuando es hora de mi break salgo cual bala del iglú donde recibo el curso y empiezo a quitarme la chompa y la bufanda, me siento como lagartija en las mesitas de afuera del comedor con una sensación de felicidad única! Hay una chica de Costa Rica, otra del Salvador y la gringuita que ya vive en el Ecuador por diez años que entienden esto y hacen lo mismo conmigo.  Me imagino que la gente aquí se queja del frio en invierno y pone la calefacción a mil, para que parezca que están en un día de playa, sin playa…

Estoy en la tierra de la Coca-cola, pero imaginarse un menú de 160 bebidas de Coca-cola es impensable. El otro día fuimos a comer a un restaurante típico de Georgia. Lo primero que vi fue que tienes que esperar hasta que te sienten (como en muchos lugares en gringolandia) pero esperas en unas sillas mecedoras, que divertido! A tu lado te sonríe un señor que parece de unos 185 años, pelo blanco y largo, barba, aretes y solo dos dientes. Intentas sonreir de vuelta, pero te sale algo asi como una mueca, mejor ves rapidamente para el otro lado.

Aunque la esclavitud acabo hace rato aquí, todavía se siente la distinción, son muy sutiles cuando hablan de la gente negra.  Me entere, que no les entiendo porque hablan “the Black English”- busque en el internet y encontré el término supuestamente correcto: ‘Ebonics’ que viene de dos palabras ‘Ebony’(Ébano) y ‘Phonics’ (sonidos del habla)- en realidad no cambia mucho la intención.
 
El sábado fuimos a ver un juego de baseball y de pura pereza no me cambie los jeans a algo más fresco, como buena ecuatoriana que vive en la capital, tenía un paraguas en la cartera y un saco. Hace como 90 grados me dijeron! (eso es 32 grados en nuestro idioma).  Aja!! Les dije cuando cayó la tempestad del siglo en el estadio, una tormenta de rayos y vientos terribles, toda la gente corría en todas las direcciones -aunque no sabiamos a donde iban- corrimos también, porque la locura es contagiosa!
Finalmente nos fuimos. Vimos el juego en un bar :)

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