martes, 1 de mayo de 2012

Las Puertas de Europa

En mi paso me he encontrado y he cruzado muchas puertas.  Muchos mundos se me han descubierto; se han abierto lugares y liberado emociones, sonrisas y experiencias inesperadas.
Este mes, viajando por España, Alemania y Francia, atravesé esas grandes puertas de piedra; vestigios de épocas antiguas en las que se dividían las fronteras entre las ciudades y países con ellas; resguardando así la seguridad de su gente. Las fotos que me he tomado bajo o cerca a ellas me dice que ahora no son más que símbolos e hitos arquitectónicos.  Ahora es casi imperceptible el instante que se cruza una frontera entre un país y otro, no se diga entre las ciudades.
-Si solo así funcionara en todo el mundo-
Sin embargo entiendo el sentimiento de proteger y cuidar lo que es tuyo para que nadie más lo dañe. Creo que abrir las puertas de tu casa a los extraños no es fácil, por eso admiro mucho a esta gente, donde los pasaportes son documentos casi innecesarios.
Acueducto de Segovia

España  
Me subí en el taxi y le pedí que fuera lo más rápido posible.  Dejé atrás el trabajo y las responsabilidades; creo que en la locura de cambiarme de ropa, terminar de empacar y llegar al aeropuerto, dejé atrás otras cosas importantes – pero ya nada pude hacer.

Las esperas, las filas y los aviones no me molestan, son parte del proceso de llegar. Sin embargo después que la maleta de mi mama salió ‘sorteada’ para ser revisada por la policía y después de esperar mil horas para llegar al avión, yo ya estaba agotada. Este viaje recién empezaba.

Llegamos a Madrid y todo bien, muy bien en realidad, mi mami y yo no paramos de reírnos durante el viaje y tuvimos largas e interesantes conversaciones. Pasamos por seguridad para encontrarnos con nuestra primera cara familiar, mi hermana. ¡Que felicidad!

Salimos del aeropuerto con el primo; ese que ninguna de nosotras conocía, pero que con quien la familiaridad no se podía negar.  Esta hermosa familia Flores nos abrió las puertas de su casa con mucha generosidad y cariño.   Durante varios días ahí fueron nuestros anfitriones y guías turísticos; estaremos siempre agradecidas por todo, pero en especial por no dejarnos descansar, ni un solo día. "Con el entrenamiento de caminata, ya pueden hacerle fácil competencia a Jefferson Pérez" (Cita textual de uno de los primos)

Nuestro primer día en la sierra de Madrid, vimos paisajes con los que fácilmente podría acostumbrarme a ver todos los días: montañas, un poco de nieve y muchos árboles.  Estaba despejado y tuvimos mucho sol durante todo nuestro camino hasta Segovia. Un pueblo donde lo primero que nos encontramos fue un acueducto gigante, con más de cien arcos hechos de piedra y sin ninguna amalgama.  Era una ciudad celta, la cual pasó a manos romanas, luego a la de los moros y finalmente a las de los cristianos; habitada ampliamente por judíos quienes trajeron las industrias textiles y mucho dinero a estas tierras. Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la cantidad de construcciones históricas, entre esas el acueducto Romano y el Alcázar de Segovia, palacio de los Reyes de Castilla. 


 
Segovia
A nuestro regreso conocimos el centro de Madrid, vimos mucho de la arquitectura de la ciudad y algunos de los puntos de interés. Pero en realidad, cuando pienso en esta ciudad, pienso en las tapas y los vinos que compartimos esa noche; los locos con los que nos encontramos en el camino, los churros, abanicos y las risas, sobretodo las risas. 

Algo me decía que teníamos que conocer Toledo, sabía que ese lugar era parte importante de este viaje. Llegamos, y una alegría increíble invadió mi corazón, eran esas sensaciones infantiles –como cuando te encuentras un juguete que creías perdido. Parecía como que había encontrado el lugar donde dejé alegres recuerdos y vivencias. Seguramente, ahí jugaba con Rocinante y junto al Quijote y Sancho perseguía gigantes… Esta desconocida ciudad, trajo a mi memoria recuerdos y experiencias que por siempre los había tenido olvidados.

Plaza Zocodover - Toledo
Esta fue la capital de España antes que llegaran los moros. También es ciudad Patrimonio por toda la historia que ahí hay, pero por sobretodo, porque en la Edad Media experimentaron una época de tolerancia religiosa, donde los judíos, musulmanes y cristianos convivieron en paz.  Se podía ver en todas las edificaciones la influencia de las tres religiones; se sentía como un lugar mágico al que siempre estaría dispuesta a volver.  Para llegar a la parte histórica atravesamos la Puerta de Bisagra y encontramos unas calles tan angostas, pintorescas y confusas las cuales nos llevaron a descubrir lugares y edificaciones increíbles. El perderse en estas callecitas fue solo parte de la aventura. 

Mientras mi mami recitaba a Arcipreste de Hita, nosotras admirábamos obras del Greco y nos encontramos curioseando en muchos almacenes de espadas (que nos recordaron a nuestra infancia – mis papis habían estado ahí hace mucho tiempo y llevaron un set de espadas con las que jugábamos siempre, aunque era algo prohibido).

Sagrada Familia
Para culminar este recorrido por España, llegamos a la bella Barcelona, ciudad de leyendas y mitos; fundada por Hércules y diseñada coquetamente por genios arquitectos modernistas y un poco zafados -la verdad- Caminamos todos los días, por muchas horas, sin llegar a conocer todo lo que queríamos conocer. Porque esta ciudad a cada paso que dábamos nos ofrecía tanto; lugares que nos distraían y dejaban perplejas; edificios llenos de detalles, iglesias y parques.  Tanto que ver -nos faltó las horas y a veces hasta la energía para seguir.  Muchas veces por llegar muy temprano o muy tarde tuvimos la suerte que las puertas de algunos de estos lugares se abrían mágicamente para nosotras y podíamos ver cosas que nunca pensamos ver.

Las obras de Gaudí, el barrio Gótico son las cosas que mas me llamaron la atención de esta ciudad. Los balcones, las angostas calles y la amabilidad de la gente con la que nos encontramos -a pesar de toda la mala fama que habíamos recibido de ellos- Me gusta irme de algún lugar con ganas de volver. Algún día lo haremos para continuar la aventura en este hermoso país, tan lleno de historia y magia.

Alemania
Puerta de Brandenburgo
Otro aeropuerto, otras esperas y muchas filas después, llegamos a Berlín; ciudad que despertaba mucha emoción en mi.  Con muchas maletas y sonrisas, mi mami y yo esperábamos en el bus a nuestra propia guía en la ciudad, mi hermana (y con ella, los boletos).  El bus cerró sus puertas y mientras avanzaba a la siguiente parada, nos dimos cuenta que nuestra guía favorita no estaba con nosotras. 

Manteniendo la calma (jajá) trate de contactarla para ver donde la encontrábamos – Después de varios buses y otras esperas, en un frio que pocas veces había experimentado; finalmente nos encontramos.  Llegamos a un departamento en un edificio construido en 1920: techos muy altos, amplias habitaciones y grandes vitrales, por donde miles de colores se logran colar.  Abrimos una gran puerta de madera para entrar a un mundo familiar: era la casa de una amiga de mi hermana a quien habíamos visto siempre durante sus años de adolescencia.

Ni el frio penetrante, ni la ocasional llovizna lograron pararnos; llegamos hasta muchos lugares en esta enorme ciudad en donde todo parece hecho para gigantes. La impresionante puerta de Brandemburgo nos recibió, con muchos turistas y artistas que buscan un poco de dinero por su arte.  Nos enamoramos de esta ciudad, aunque no de su clima; hacia tanto frio que sentíamos que nuestras orejas y rodillas se iban a ¡desprender de su lugar!

Después de ver los restos de una historia dolorosa que vivió esta ciudad; el muro y sus divisiones, memoriales, plazas y museos, llegamos al mercado de Hackerscher donde la ciudad cobra vida y lo hace con personalidad y actitud.  Nos gustó esta parte de la ciudad donde los edificios y calles contaban más de mil historias (algunas con inscripciones o placas y otras con información más actual que podíamos ver en nuestros teléfonos) y se mezclaban con las artesanías, comida de diferentes partes del mundo y hasta famosas trabajadoras de la zona.

Estamos seguras que esta ciudad nos engañó para que nos perdamos muchas veces y conozcamos más de su historia, ¿o sería todo un plan de nuestra guía? Berlín nos sorprendió y despertó muchas emociones. Berlín nos dio frio, lluvia y hasta nieve, nieve en primavera. Aunque sin la ropa adecuada, disfrutamos de cada segundo de esta experiencia.

Finalmente, nuestros días de nómadas terminaron cuando aterrizamos en Stuttgart. Allí nos esperaba  nuestro hogar alterno en Alemania, donde la familia Bechtle.  El frio nos acompañó durante todos los días que estuvimos ahí, pero por alguna razón, ya no nos importaba.  Fuimos a monasterios muy antiguos, ferias de Pascua y probamos los vinos de la zona.  Paseamos por la Selva Negra, visitamos la ciudad de Strassbourg en Francia, donde pudimos impregnarnos de un poquito del aire romantico Francés. Pero lo mejor de todo, fue el reencontrarnos con amigos no vistos en mucho tiempo y compartir con ellos estos días felices.

Strassbourg
En este mundo, donde las puertas sirven para poner distancia y cuidar lo propio; en nuestro paso por Europa, muchas puertas se nos abrieron sin esperar. Puertas en las ciudades y países; puertas en hogares y hasta puertas de iglesias y museos.  Nuestros pasaportes fueron innecesarios para este paso, lo único que pudimos entregar fue nuestro cariño, sonrisas y mucho agradecimiento.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un mundo sin puertas... me gusta la idea!!
W.A.I

Andrea Flores dijo...

...o con puertas que se abran sin esfuerzo!
Gracias por el comentario